sábado, 18 de abril de 2009

La humanizacion de la globalizacion, nivel 8 basico

En un discurso del papa Juan Pablo II a la Academia Pontificia de Ciencias Sociales, se hace un fuerte llamado a humanizar el fenómeno de globalización, diciendo en algunos de sus párrafos:


despues de el fin de la guera fria las consecuencias para el tercer mundo, la humanidad ha entrado en una nueva fase, en la que parece que la economía de mercado ha conquistado virtualmente el mundo entero. Esto no sólo ha producido una creciente interdependencia de las economías y de los sistemas sociales, sino también una difusión de nuevas ideas filosóficas y éticas basadas en las nuevas condiciones de trabajo y de vida, que están introduciéndose en casi todas las partes del mundo”.
“Ahora que el comercio y las comunicaciones ya no están limitados por las fronteras, el bien común universal exige que la lógica inherente al mercado vaya acompañada de mecanismos de control. Esto es esencial para evitar reducir todas las relaciones sociales a factores económicos y para proteger a las víctimas de nuevas formas de exclusión o marginación”.
“Una de las preocupaciones de la Iglesia con respecto a la globalización es que se ha convertido rápidamente en un fenómeno cultural. El mercado como mecanismo de intercambio se ha transformado en el instrumento de una nueva cultura. Muchos observadores han notado el carácter intruso, y hasta invasor, de la lógica de mercado, que reduce cada vez más el área disponible a la comunidad humana para la actividad voluntaria y pública en todos los niveles. El mercado impone su modo de pensar y actuar, e imprime su escala de valores en el comportamiento. Los que están sometidos a él, a menudo ven la globalización como un torrente destructor que amenaza las normas sociales que los han protegido y los puntos de referencia culturales que les han dado una orientación en la vida.”
La Iglesia, por su parte, sigue afirmando que el discernimiento ético en el marco de la globalización debe basarse en dos principios inseparables.
El primero es el valor inalienable de la persona humana, fuente de todos los derechos humanos y de todo orden social. El ser humano debe ser siempre un fin y nunca un medio, un sujeto y no un objeto, y tampoco un producto comercial. El segundo es el valor de las culturas humanas, que ningún poder externo tiene el derecho de menoscabar y menos aún de destruir. La globalización no debe ser un nuevo tipo de colonialismo.
Debe respetar la diversidad de las culturas que, en el ámbito de la armonía universal de los pueblos, son las claves de interpretación de la vida. En particular, no tiene que despojar a los pobres de lo que es más valioso para ellos, incluidas sus creencias y prácticas religiosas, puesto que las convicciones religiosas auténticas son la manifestación más clara de la libertad humana”.
Desde la historiografía, también se han elaborado diversas opiniones que intentan analizar el fenómeno históricamente. Para algunos de ellos “durante la última década del siglo XX se llegó a la concreción de una serie de transformaciones tecnológicas, que venían desarrollándose en los años anteriores, denominadas la ‘tercera revolución industrial’ o también la ‘segunda ruptura industrial’; estas transformaciones tecnológicas dieron lugar a un fenómeno conocido como globalización considerado por algunos autores como la continuidad del proceso histórico del capitalismo en una fase de Transnacionalización. Este fenómeno se caracteriza por conectar entre sí casi a todas las economías del mundo en todos los terrenos, fundamentalmente en el financiero”.
Para otros investigadores, la globalización no es un fenómeno nuevo, por lo que se distingue una globalización histórica y una llamada “ultra-modernista”. Dentro de la globalización histórica hay una primera fase que puede definirse como de internacionalización, que va desde el fin del siglo XIX hasta antes de la Primera Guerra Mundial. El punto más importante es que los Estados-Nación poseen en esta fase el estatus de estados soberanos y todos los atributos de la soberanía económica, comenzando por la emisión de moneda, definición de la tasa de cambio, control de los intercambios aduaneros, etc. En resumen, hay soberanía económica e intercambio internacional de productos, y es en ese sentido que se habla de internacionalización a partir de los Estados-Nación.
Luego, una segunda fase, es la mundialización, que va desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta alrededor de los años setenta. Es la época en la que las empresas multinacionales comienzan a arbitrar sobre una base plurinacional la localización de sus actividades complejas y ciclos enteros de productos, incluidas las dimensiones comerciales y financieras, utilizando las diferencias nacionales para optimizar sus equipos de producción y así maximizarla. En esta fase no se puede hablar ya de internacionalización, porque las empresas establecen un tejido de intercambio mundial. Podemos decir, por ejemplo, que el 40% de los intercambios mundiales son intercambios entre empresas.
“En cambio, la globalización ultra-modernista refiere a la intensificación, desde los años ochenta, de la reorganización espacial de la producción y de la distribución, de la extensión de los mercados financieros, de la interpenetración de los servicios de productores avanzados y del ascenso de las ciudades dominantes como centros de comando y control del capital global. Aunque las raíces de la globalización ultra-modernista se plantan firmemente en el jardín de la globalización histórica, el sistema contemporáneo ha madurado por la adopción y la extensión de las tecnologías del transporte y de la comunicación. Por primera vez en la historia humana, las corporaciones multinacionales pueden producir cualquier cosa dondequiera en el planeta y pueden vender cualquier cosa en cualquier parte del planeta. Este mundo, teóricamente sin fronteras, ahora presenta pocos impedimentos al movimiento rápido y eficiente de la gente, el capital, las mercancías, los servicios y la información, facilitando así la aparición de un mercado verdaderamente global”.
De acuerdo a esta interpretación, al parecer, se pueden establecer los comienzos de la globalización en los procesos de mundialización experimentados a partir del colonialismo y el imperialismo dirigido por los países europeos durante la época moderna y contemporánea. A partir de esto, se puede pensar que la “aldea global" se viene configurando desde hace varios siglos atrás.


actividad


  1. resume el texto anterior

  2. señala las ideas principales

  3. realiza un mapa conceptual del texo

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